INCERTIDUMBRE Y CREATIVIDAD, EL ARTE Y LOS RETOS DE LA ÉPOCA
"Esta es la autopsia del sistema que nadie quiere solucionar."
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“Una noción de cultura, compartida por la comunidad peruana, que le permita producir e interpretar acontecimientos y hechos de la misma manera esta aún por definirse”
Patricia Uribe
EL ACONTECIMIENTO ARTÍSTICO CARECE DE IMPORTANCIA SOCIAL
La casi nula presencia del arte en el debate público o la carencia de importancia social del acontecimiento artístico se deben a una suma de problemas que conforman una agenda pendiente de la interculturalidad, agenda en la que resalta la ausencia de una noción compartida de cultura en el país. Somos una sociedad culturalmente desestructurada, con señales que expresan desprecio por la vida y donde la represión autoritaria ha cerrado sistemáticamente caminos de renovación. Esta realidad es consecuencia de sedimentos históricos negativos. Al telón de fondo de la exclusión social se suman el fatalismo y los comportamientos anómicos reforzados por el fracaso de sucesivos gobiernos –los recientes: reformismo militar frustrado (Velasco, Morales Bermúdez), guerra sucia (Belaúnde), hiperinflación (García), mafia en el poder (Fujimori), refundación moral traicionada (Toledo)-. Somos un país fragmentado y autoritario con pedidos de acciones con mano dura que provean orden y seguridad; donde la violencia represiva es aplaudida. ¿Manifestaciones? desde proyectos de pena de muerte o linchamientos como solución de problemas a la más cotidiana indiferencia ante las negligencias médicas, accidentes de tránsito o ausencia de debate sobre recomendaciones de la CVR, etc. Prevalecen la incapacidad de cambio y el temor y el rechazo a la innovación creativa. Perú, país que se recrea cada día para seguir inmóvil, perpetuándose la regresión conservadora y los tutelajes dogmáticos. Rol particularmente pernicioso en el sostenimiento de este orden de cosas lo tienen los “medios de comunicación” y sus auspiciadores que propagan la vulgaridad, la violencia y la enajenación consumista; la capacidad de la televisión para generar anestesia moral por la trivialización de la violencia y la humillación del ser humano tiene devastadores efectos deseducadores. Humillar al débil, disfrutar de ello como espectáculo poniéndole el nombre de libertad parece ser la consigna de empresarios y sus medios. Como correlato de esto la institucionalidad artística –museos, prensa cultural, escuelas de arte- difunde como bueno y exitoso el modelo del arte europeo o norteamericano. Sus valores al no entrar en diálogo con las necesidades locales derivan en elitistas y artificiales pero con amplia influencia social. La supuesta superioridad del arte “culto” o “erudito” –“civilizado”- frente a las expresiones tradicionales populares –“primitivas”, “bárbaras”, “huachafas”- afecta la autoestima de amplias mayorías. ¿El arte puede matar? La “racionalidad” que deshumaniza al otro y sirve de justificación al exterminio (el diferente como inferior en nuestra “guerra sucia” de los 80’s-90’s) es también la que sostiene una subordinación jerárquica arte/no arte. En este orden de cosas, ¿qué rol viene cumpliendo la educación artística profesional en Lima? La cultura, el arte y la educación vienen siendo dominados por los códigos culturales europeo y norteamericano (blanco) y la cultura indígena solamente es tolerada en la educación artística como una cultura de segunda categoría. Si la artificial y excluyente institucionalidad limeña se sostiene a través de mitos-tabúes irracionales y la manipulación - las argollas, la cooptación y la censura son comunes- la currícula de Bellas Artes o Artes Plásticas, es la correa de transmisión de sus valores. Los supuestos “clásicos”. “románticos” o “modernos” (canon occidental de belleza, emoción y originalidad, soledad creadora, centralidad de la forma, técnicas y “oficio”, etc.) que están en la base de la formación artística solo ocasionan contradicciones a los artistas por su no receptividad ni aplicabilidad en el medio. La curricula no está diseñada para desarrollar habilidades de pensamiento y genera debilidad teórica de los artistas. Cada nueva generación se incorpora sin memoria al juego de engaños ya preestablecido, empezando siempre de cero, desarticulados, incomunicados, con limitada capacidad de generar consensos y estrategias de resistencia. Fracasando al estar mal preparados para enfrentar con éxito los retos de la realidad y del comercio del arte, si consiguen sostenerse es a costa de su libertad creativa; solo un número reducido número de artistas logra remontar dificultades, constituyendo el Arte Crítico. Surge la pregunta ¿tienen responsabilidad ética los centros culturales, universidades, ONG’s en el engaño organizado que es la educación artística profesional? Sí, en el Perú de hoy constatamos limitaciones de pensamiento crítico con voluntad política, sino, ¿cómo comprender la dinámica de eventos teatrales, conciertos, muestras de arte, conferencias, es decir, una nutrida agenda cultural cotidiana en diversos espacios y simultáneamente constatar la ausencia de políticas de Estado en la cultura? Esto hace pensar acerca de la calidad ética de nuestros artistas e intelectuales. Autocríticamente es preciso reconocer que dentro del mismo proceso del Arte Crítico se dan actitudes irracionalistas -el “malditismo”- que giran alrededor de acciones compulsivas autodestructivas y niegan cualquier intento de explicación que encasille sus acciones. Paradójicamente el “malditismo” coincide con los individualistas “pragmáticos” en la desconfianza y el ensimismamiento individualista.
Estoy de acuerdo acerca de la urgente necesidad de una reforma educativa en las diferentes escuelas de arte que existen en nuestro país. Es indispensable dejar de mirar hacia afuera en busca de modelos a los cuales seguir para poder construir nuestros propios criterios de valor no sólo en el arte sino en todos los ambitos de nuestras vidas. Los artistas necesitamos cuestionar y resignnificar la palabra "arte" para apropiarnos de ella, para que sea realmente nuestra y para que las prácticas artisticas en nuestro pais puedan tener significancia en el ambito de lo real.
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