jueves, 21 de julio de 2022

NO SEAS ARTISTA




A lo largo de mi vida he realizado una enorme cantidad de trabajo. 

Estoy en la circunstancia de valoración de mi obra, eso es estar en la bienal de Venecia, pero, acá en Lima, lo de siempre: casi nada... y un frente contencioso clamando: "no es arte".. 

Lo de siempre es dar cara al vacío generándome yo mismo la motivación y los proyectos. Esa actitud la he sostenido siempre, en cada circunstancia de vida, sea en el periodo activista de los 80, o, en el 90, generándome mi propio espacio innovador del arte aplicado. Previo a cada caso, tuve periodos de búsqueda creativa experimental. En el nuevo siglo fue tener un trabajo estable como docente, y apoyar por más de 10 años a un centro cultural alternativo y a la cultura urbana. Ese fue un inusual caso de ser parte de una comunidad, que ya se desvaneció. Aparece reiterativo lo de tener que dar cara solo a la nada, al inexistente espacio para el arte contemporáneo vinculado a una comunidad. 

Desde muy joven sabía que las cosas iban a ser así. La carga casi trágica del aislamiento, la incomprensión, el costo de ser contracorriente, la insolencia de ser diferente, el apostar por crear rompiendo valores consagrados. 

Y escribo desde el malestar de tener que dar cara a sector conservador firmemente arraigado en ideas artísticas y estéticas caducas. 

El Perú de hoy es la suma de las mentiras y omisiones de varias décadas, que ha normalizado un nivel de medianía en muchos ámbitos. Es la asfixia del encierro, sin mirar el devenir de las ideas y sucesos en el mundo de afuera. 

Un sabor de disgusto enfrentar a ese sector arraigado en prejuicios e ignorancia asumida con orgullo. La mediocridad empoderada por el grupo. 

Entiendo que es la reacción defensiva de grupo ante la amenaza de la inexistencia. Sufren las mismas décadas de ninguneo que menciono. Lo pasamos todos y todas, contemporáneos y desfasados “contemporáneos”. 

El pueblo se ha vuelto sinónimo de blindaje para aceptar cualquier cosa que no sea lo empoderado por sector descolgado de las oportunidades. Sector academicista culpa a sector de clase media de su segregación social. Estancados en una burbuja atemporal, reproduciendo prejuicios y modos de expresión por inercia, sin ver cómo reproducen lo que el europeo sembró para normalizar nuestra subordinación cultural. Hamparte, argollas, dicen. 

Deseché lo que recibí por escuela de arte, mientras la mayoría seguía la norma sin cuestionarla. Vi cómo el equipo docente, en su burbuja de sector de clase media, solo reproducía acríticamente la “verdad” institucional. “Verdad” totalmente desfasada de lo que era arte contemporáneo. Sin contacto, ni contraste, con ninguna otra realidad, menos la del arte actual del mundo y la región en su proceso de evolución. Tan fácil, digo, como que hubiera grupos de docentes yendo a capacitarse a las bienales de época, en Europa o Estados Unidos o Latinoamérica, abiertos a contrastar lo que se daba en Lima con la evolución del arte en la escena internacional. Abiertos a mirar sin prejuicio las prácticas experimentales de los jóvenes, reconociendo que lo que hacían no era una trasgresión, esto es, sin estigmatizar las búsquedas creativas. 

Tenía inquietud de conocer qué era el arte actual, del cual intuía su propuesta por la información visualmente estimulante que veía en revistas. En ese momento no hubo nadie que conociera lo que descubro desde investigaciones recientes: la genealogía del arte no objetual desde la década del 60.

¿Cuál es el costo del desfase entre lo que se difunde como arte en Perú en los centros de formación artística y lo viene sucediendo afuera?

Me pongo como ejemplo de caso. Aislamiento, marginalidad, estigmatización, luego, después de décadas de resistencia, el reconocimiento. ¿Debe pasar por algo similar cualquiera que quiera desarrollar una práctica artística actualizada? Creo que el ambiente de hoy es aún más conservador que el que yo tuve al inicio de mi carrera en los 80.

 A la vista está que existe un grupo de artistas peruanos haciendo su carrera fuera del país. Un aspirante a artista, para poder ser artista contemporáneo, ¿tiene que irse del país?, ¿pedirle a un joven que se quede en su país y resista décadas de marginación para luego, de viejo, ser reconocido?, y, luego de ese fárrago, recién poder ser artista a tiempo completo. ¿Y si quien sostuvo tamaño esfuerzo resulta que no tiene talento y nunca llega el reconocimiento?

¿Cómo ser artista en un país sin un sistema de arte público competitivo?

En resumen, mi trayectoria fue fuera de las instituciones del arte y desmantelando el aprendizaje de escuela de arte para generar el aporte estético de la contracultura. Yo mismo, con trabajos paralelos, pagué el costo de una carrera artística autónoma. Mi secuencia de muestras, a lo largo del tiempo, las financié yo. Lo que retornaba no cubría para nada lo que me costó producir las muestras. Mucha labor creativa fue efímera. Por ser parte de espacios alternativos, para nada consideraba que dejara huella en la prensa cultural, ni tuviera efecto de mercado de arte. Fueron muchas las acciones efímeras, apoyando diversas causas. Pasadas las décadas se da el cambio de paradigma, y mi obra es exhumada. Esto como parte del proceso mundial de desmontaje del canon moderno. Mi arte “punk” es valorado en el extranjero, aquí sujeto a prejuicios desde la desinformación.

Lo dicho para concluir que la autonomía implica la resistencia en el largo plazo, el abrir espacios, el generar uno mismo oportunidades, e incluir en el esfuerzo que la sostenibilidad la tiene que financiar el propio artista. Porque si uno depende de las salas de arte o tiendas de cuadros, o del soporte privado o solo la difusión en salas a las que llega un reducido público de una clase social de élite, vamos, ¿cuál proyección profesional surge del condicionamiento comercial o de contenidos que un privado no va a respetar, como los derechos humanos o temas de género o racismo… o la voluntad política de reconstruir nuestro país?

Pero, es verdad, es un relevante e inesperado dato:  el inusitado soporte del Patronato Cultural del Perú a la memoria de los tiempos de violencia, exhibiéndose por varios meses en la sede del evento del arte contemporáneo más importante del mundo.

El contexto de este post es la pregunta: Como artista referente con un trabajo constante a lo largo de décadas, ¿Qué propones a las nuevas generaciones de artistas del Perú? 

Nada. Bien claro: NO SEAS ARTISTA, a menos que entiendas y aceptes que debes hacer política.








No hubiera creado nada de esto, si hubiera seguido la norma de pintar bonito.