jueves, 25 de agosto de 2011

Romper con décadas de ambigüedad y autocensura

Collage mural elaborado por ARTE/VIDA, en las paredes del pasadizo de la Facultad de Letras de la UNMSM, en 1989. Utilzando la parodia y el absurdo confrontaba el discurso de SL (que tenía un periódico mural en el mismo pasadizo, al frente), cargado de insultos y amenazas pero revestido de seudo racionalismo.


Ante la matanza de inocentes en el conflicto Sendero Luminoso – Fuerzas de Seguridad del Estado muchos artistas plásticos fueron pasivos (y se autocensuraron o escondieron), y delegaron la “solución” de problemas a personajes autoritarios (Belaúnde, Alan García, Fujimori). Esto es así. Pero, desde el inicio de la violencia en 1980, aunque en número reducido, algunos artistas denunciaron la violación de derechos humanos por parte del gobierno.

En los años en que recrudeció la espiral de la violencia se evidenció que la confrontación se daba entre formas similares de crueldad (que colocaba a campesinos andinos en un fuego cruzado). No cabía, entonces, denunciar solo la violación de derechos humanos por parte del gobierno y guardar silencio ante el baño de sangre y proyecto totalitario llevado adelante por SL (“la sangre no ahoga la revolución, sino la riega”, pinta de SL).

Con similar fuerza y coraje con la que se había denunciado al Estado violador de derechos humanos, correspondía rechazar la visión y acción de Sendero, impulsando campañas por la paz.

Para los que asumieron esta posición esto significó convertirse en blanco, tanto del Estado como de SL. Esa fue la opción del Grupo Lennon, Arte-Vida y la Campaña Perú, Vida y Paz.

Abimael Guzmán (líder de SL) fue detenido el 12 de setiembre de 1992, en una casa de Surquillo. Carlos Inchaustegui (ex miembro del grupo “Los “Bestias”, 1984-1986) y su pareja Maritza Garrido Lecca, que estaban entre los capturados junto a él, eran los encargados de servirle de fachada y esconderlo.





La captura de Guzmán, instrumentalizada por el régimen fujimorista, dio inicio a una “cacería de brujas”. Se generó un ambiente hostil al pensamiento crítico, cualquier crítica al gobierno fue estigmatizada como "subversiva". Se instauraron el miedo y la autocensura que duró hasta que, en 1997, los jóvenes universitarios inician una serie de movilizaciones contra el régimen Alberto Fujimori; quien al quedar evidenciada la corrupción de su gobierno en noviembre del 2000, huye al Japón.

Los que hemos mantenido una trayectoria de izquierda democrática vemos como el "terrorismo" se utiliza para levantar miedos de la gente y para atacar (muchas veces con éxito) al pensamiento crítico (y la creatividad crítica), si eso es posible es gracias a la excusa brindada por irresponsables (palabra suave) extremistas de izquierda.

Gran mérito tienen los activistas por la defensa de los Derechos Humanos, quienes a lo largo de los años del oscuro periodo de los psicosociales de Fujimori-Montesinos, fueron protagonistas en la lucha por la recuperación de la democracia.




ACTUALIZACIÓN


INVESTIGAR LA RELACIÓN ARTE Y POLÍTICA EN EL PERÚ EXIGE UN JUICIO MORAL.

La relación arte y política en el Perú, en el contexto de la confrontación de dos formas de autoritarismo que exponían a peruanos humildes –campesinos o policías– a formas similares de crueldad vesánica (Sendero Luminoso, Fuerzas de Seguridad del Estado) exige un juicio moral.

No cabía la ambigüedad. El artista tuvo que elegir. O estaba con el autoritarismo (por acción u omisión) o lo rechazaba. El artista tuvo la opción de impulsar campañas de activismo por la vida y la paz.

El activismo artístico –el arte y política– como ejercicio de retórica estética en ese contexto de asesinatos, o fue una profunda inconsciencia o fue una fachada. En cualquiera de los dos casos, repito, lo que corresponde es un juicio moral.

El tema arte y política implica estar al tanto de que investigadores jóvenes que no han vivido la violencia, al romantizar las luchas populares pueden caer en intelectualismos irresponsables. Para evitar esto les sugiero, a estos jóvenes investigadores, el ejercicio de imaginarse en circunstancias como las vividas en el Perú en los años de la espiral de la violencia, mientras peruanos humildes eran asesinados por quienes decían que querían liberarlos de la miseria, ¿qué harían?, ¿envolverse en disquisiciones estéticas o intelectuales o actuar contra la muerte?

Herbert Rodríguez
27 de enero de 2012

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