viernes, 1 de noviembre de 2019

COMENTARIO SOBRE EL "IMPACTO PERÚ EN ARCO 2019"




Enlace al informe ‘Impacto PERÚ en ARCO 2019’: 

Este Informe es iniciativa de “un grupo de personas y organizaciones culturales peruanas (que) consideró oportuno evaluar el impacto social, cultural, comunicacional y económico del programa ‘PERÚ en ARCO 2019’.  De esta forma /…/ desarrolló un informe que analiza y valora la eficacia y eficiencia de las acciones, inversiones y esfuerzos realizados por instituciones públicas y privadas peruanas, con el fin de representar al Perú tanto en la feria misma como en sus actividades paralelas” 
Tomado de:


Mi comentario:



El respeto a los derechos humanos, la base de la “excelencia” 

La promoción del arte peruano debe abarcar -con equidad- a los diversos modos de creación artística, evitando los espacios como Ferias de “Arte” en los que predominan las categorías que organizan de manera jerárquica a las expresiones culturales. 

Los gobiernos, por décadas, han dejado la cultura a cargo de privados (quienes han generado colecciones, mercado, valores y prestigios, historias, escuelas). Las instituciones de arte en Lima, iniciativas de privados, aparecen como las instituciones de arte oficiales. El gobierno se suma a ese escenario construido por privados (que es funcional a modelo económico neoliberal) y da soporte a un arte de minorías y para minorías, pero que se lo presenta como de interés nacional.

Las instituciones públicas deben garantizar el respeto a los derechos culturales. No sumarse a un sistema del arte organizado sobre la base de categorías coloniales. Implica generar espacios institucionales independientes de los privados (y sus valores centrados en el mercado de arte). O sumarse a iniciativas de los privados con propuestas que hagan visible el principio de igual dignidad y respeto de todas las culturas y sus diversos modos de creación artística, evidenciando porqué participa en espacios generados por el mercado de arte desde una intención de incidencia hacia el cambio.

No se puede hablar de “excelencia” mientras no se resuelvan las jerarquías y segregación basadas en categorías coloniales.

Las instituciones públicas deben estar atentas a que fuera del Perú existe una corriente muy dinámica de reformas de museos, que implica nuevas teorías del arte, colecciones, museografía, exposiciones. Las creencias artísticas, que por décadas han guiado las acciones de las instituciones de la cultura, han perdido valor y legitimidad. Las nuevas teorías, que guían esos cambios, surgen en paralelo a las prácticas artísticas descoloniales que se inician en las décadas 60 y 80. Como parte de esta ola de cambios las instituciones del arte locales -a cargo de privados- empiezan a incluir al arte crítico en sus colecciones, pero sin contextualizar lo disruptivo de su estética y su sentido político. Resulta un reconocimiento instrumental.

Las instituciones públicas deben estar atentas a que el arte, en todas sus vertientes y estilos (moderno, contemporáneo, abstracto, etc.), es expresión de los valores culturales occidentales. Desde su fundación las instituciones del arte han venido segregando como no-arte a las herencias culturales no europeas, en algunos casos se han apropiado de su estética para generar obras de arte, pero manteniéndose su segregación. El arte crítico es un arte que dialoga con de la realidad social y busca incidir en ella. Contiene una valiosa potencialidad para la formación en ciudadanía. Ha buscado puentes con lo popular y lo local, rechaza la división arte-arte popular, el colonialismo cultural, el elitismo y su racismo. Toma distancia de los ámbitos oficiales. Sus valores no son los del mercado de arte. Ha desplegado su trayectoria en espacios alternativos e independientes a los de las instancias oficiales.  Tiene cuatro etapas (teniendo en cuenta que los antecedentes del arte crítico vienen de la década del 60):  

  • Etapa barranquina 1979-1985. Nueva práctica artística y giro descolonial en el contexto de la adhesión a un ideal de revolución social. Aparece la contraesfera pública.
  • Escena Bestia, Subte y Arte-Vida 1985-1990. Aparición de nuevo modelo cultural, ético y estético. Arte efímero. Conflicto armado interno y resistencia cultural contra la violencia. Marcha por la Paz (acontecimiento multipartidario).
  • Década de la dictadura de Alberto Fujimori 1990-2000. Autogolpe, uso difundido de estrategias de control psicosocial, terror de Estado, corrupción y protesta ciudadana. La Marcha de los 4 suyos.
  • Resistencias creativas 2000-2019. La contraesfera pública se transforma en la nueva esfera pública. Agenda abierta de luchas antineoliberales en la escena postfujimori.

Tanto el arte crítico como los modos de creación artística indígena y nativa sufren marginación o un reconocimiento parcial lejos de la equidad. Aparece nuestra inconclusa independencia cultural y débil democracia. 

Reconocer a la pluralidad cultural (presentar el arte nativo -y la diversidad- dentro de una feria de arte, no afuera de ese recinto) como base de las instituciones del arte debe estar vinculado a la noción de “excelencia”.


Herbert Rodríguez
31-10-2019