martes, 10 de junio de 2014
¿A COMENTARIOS NECIOS OÍDOS SORDOS?
El peruano, digamos que en términos ampliamente generales, es desmemoriado, a-historicista y a-político… así Fujimori es ladrón, corrupto, asesino, ha sido condenado con pruebas pero tiene Congresistas y apoyo popular; similar caso el de Castañeda o la impunidad con que Alán García es recibido por la elite (ejemplo, impulsores del MAC) y es parte de eventos sociales, sus narcoindultos no le importan a Empresarios mientras político sea facilitador de sus negocios… cualquier corrupto es visto como persona “normal”. Consecuencia de la actual grave anestesia ética es la idea muchos de que TODOS SON IGUALES (LOS POLÍTICOS o los ciudadanos a los que les interesa la política).
Y en esa mazamorra gris sin distingos de calidad ética surge el rechazo a la política. Oigan, esto deriva en manifiesto oportunismo de mayorías, esto es, el evadir la toma de posición y el dejar que todo siga igual por facilismo y acomodamiento; la actitud es no “hacer olas”, camuflarse, pasar piola para aprovechar las oportunidades sin hacerse bolas por cuestiones de responsabilidad ética…
Ojo, desde que respiramos debemos tomar decisiones, las cuales están basadas en nuestros Principios y valores (o antivalores), esto es, HACEMOS POLÍTICA TODO EL TIEMPO…
Cuando artistas, gestores culturales y ciudadanos impulsan iniciativas de incidencia política para cambiar el escenario de la cultura marginada algún individuo puede decir: “Ya comenzó creando su partidito con miras a las regionales o al congreso?” Esto es, cualquiera que hace política, cualquiera que es proactivo y busca que las cosas sean distintas es porque es un caudillo corrupto o algo parecido…
Activistas me dirán, “no pierdas el tiempo haciéndole caso a comentarios necios”, pasa que los “necios” son legión; y, o son peso muerto a la deriva, es decir, que sigan pensando-hablando necio, o los persuadimos de que se fijen en que existe algo que se llama CIUDADANÍA.
Una vez más queda planteado el reto de cómo sacar a los peruanos (y a los artistas, historiadores, arquitectos, directores de centros culturales o museos, etc.) de su apoliticismo (que en el fondo es profundamente conservador y dañino para el país).
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