Multitudes desbordaron las calles en la Noche en Blanco, ¿entendían lo que miraban?, ¿importa que entiendan? ¡SI!... a menos que lo que se busque son personas emocionales, vulnerables y manipulables.
Este artículo trata sobre la Noche en Blanco y la tarea pendiente de implementar programas de educación artística para las multitudes que desbordan las calles.
Es esperable la incomprensión –o perplejidad–, por parte del público amplio, del sentido y significado de obras de arte actual. Además, muchas obras de arte han sido creadas intencionalmente para subvertir la percepción convencional (relacionada a un arte que reproduce linealmente la realidad, como figuritas de álbum de ilustraciones). Creatividad es innovar, ¿no es verdad?, es natural que el arte que rompe intencionalmente con lo ya conocido, signifique una especie de shock que perturba lógicas rutinarias.
Ver implica pensar, se siente el arte y se conoce el arte. Las sensaciones se convierten en pensamientos, que a su vez generan nuevos pensamientos, esta es la cadena interminable del conocimiento, uno –percibir– va con lo otro –pensar y conocer–.
La Noche en Blanco, no se propuso tareas de educación artística, no se propuso tareas de mediación entre las obras de artistas (ubicadas en varias cuadras de la Av. Larco cerradas al tránsito de vehículos) y las multitudes de transeúntes que las rodeaban-miraban. Pasa que presentar las obras sin explicar significa reforzar las ideas convencionales del público, sobre todo la errada idea de que el arte es un lenguaje universal, que cualquiera puede entender de manera espontánea. Sentir, puro sentir, para que todo siga igual. Noche en Blanco, ¿un vacilón por algunas horas y nada más?
La educación artística es indispensable para desarrollar un consumo crítico (para entender y situar las obras dentro de su sistema cultural), y requiere de mediadores y políticas educativas.
La reforma educativa que necesitamos implica hacer que cada peruano sea capaz de navegar a través de una compleja red de conceptos, que sea capaz de reconocer-comprender-identificar los códigos de la cultura erudita (códigos del poder dominante), las referencias culturales de la propia clase social y, además, los diferentes códigos de nuestra pluriculturalidad.
¿Saben?, no escribo por gusto, lo anterior no son solo buenos deseos, es lo que debe llegar a darse ¿o aceptamos que jamás saldremos de la mediocridad?, ¡habla peruano fatalista!. Y, vamos, alejémonos de cualquier complacencia, salió bonita la Noche... pero podemos pedir más, confrontemos nuestras limitaciones como sociedad: no solo la educación artística es lejana a la gran mayoría de peruanos, sino que la que existe cae en “manipulación de materiales” y “libre expresividad”, es decir, su calidad es muy deficiente... claro que tema aparte son aquellos pocos privilegiados que pueden pagar una buena educación (en colegios que han implementado en Bachillerato Internacional en Arte).
Como país estamos mal en educación artística.
PASAR LA NOCHE EN BLANCO EDUCÁNDONOS EN ARTE. Implementar programas de educación artística para las multitudes que desbordan las calles en la Noche en Blanco, esto quedará como tarea a ser abordada, quizá, por organizadores en futuras ediciones, o como futuro proyecto de artista (o colectivo de artistas), o futuro proyecto de arte educadores, quizá...
Por otro lado, al sacar el arte a la calle no olvidemos que somos un país escindido, con variedad de maneras de ver y entender el arte en el irresuelto telón de fondo de la herencia colonial, con prejuicios culturales y racismo desplegados por la institucionalidad del arte (MUSEO-HISTORIA-ESCUELA DE ARTE). Pero esto da para otro artículo sobre la Noche en Blanco, el “exotismo” y la “inclusión social”.