lunes, 31 de mayo de 2021

Mi aporte a la nueva ley del artista

Mi respuesta a la pregunta: “¿Qué desea aportar, como agente independiente o desde su organización, a la nueva ley del artista?”, del formulario virtual del Ministerio de Cultura.


Soy artista plástico limeño con más de 40 años de trayectoria. De manera simplificada mi expectativa es vivir de la venta de las obras de arte que produzco. Mi relación con el mercado es a través de galerías de arte, exposiciones individuales y en el stock de la galería. Es una relación de largo plazo. La galería ofrece la sala, cubre los gastos de promoción de la exposición en medios y servicio de mozo y bebidas para la inauguración de la muestra. La galería me cobra un porcentaje (30% galería nacional, 50% galería internacional) por la venta de cada obra. Luego de la exposición individual (que por periodos ha sido anual, y, luego espaciada a lo largo de las décadas) cierta cantidad de obras quedan en el stock de la galería, para su posibilidad de venta en el tiempo. Lo que he reseñado es un acuerdo verbal entre artista y galería. Además del porcentaje que cobra la galería al artista, se suma el pago del IGV por cada obra vendida. Vendo de manera muy esporádica. Somos un país en el que solo un reducido sector social conoce de arte y entiende su valor. 

La nueva Ley debe normar sobre la relación artista, galerías de arte y coleccionistas (cualquiera que adquiere una obra de arte). Qué ofrece la galería al artista y cuánto le cobra normado por Contrato.

Produzco muchas obras que son parte del proceso creativo. De ese conjunto de obras selecciono las piezas que exhibiré en una exposición individual. La venta de una obra en galería no llega a cubrir el gasto que he realizado en el tiempo, para crearla. Esto es, he subvencionado mi carrera artística con otros trabajos como el de la docencia. Pensar en seguro de salud o fondo de jubilación por mi actividad de artista profesional es, por decirlo así, un extremo optimismo. 

¿Puede el artista dejar de pagar el Impuesto general a la venta, no solo justificando cuánto invirtió en materiales sino considerándose el tiempo invertido en el proceso creativo y el costo de mantenimiento del taller en el que el artista produce sus obras? Existe mucha informalidad en el sector porque lo que se le resta a la ganancia por la venta de una pintura aparece excesivo.

Sé que el arte puede ser una decoración, así aparece en el sentido común de muchos. Pero los especialistas saben que una creación innovadora muchas veces surge a contracorriente, es decir, contrasta con los prestigios comerciales establecidos.

Asunto complejo generar una Ley para una actividad tan plural, existen varios tipos de artistas plásticos.

La nueva Ley del Artista deberá considerar aspectos relacionados tanto a la labor artística profesional como a la libertad de expresión artística. Sugiero que la nueva Ley considere la problemática de los espacios de exposición y la posibilidad de acceso a ellos (y al mercado del arte) para la pluralidad de expresiones artísticas. Esto es, garantizar el ejercicio efectivo de los derechos culturales.

Entendiendo que no se puede obligar a un negocio privado a darle espacio al tipo de arte que no le interesa, ni obligar a nadie a comprar arte. Ninguna Ley ni Contrato puede normar eso. 

Pero los espacios de arte comerciales, basados en las categorías coloniales, excluyen a lo denominado “artesanía”. Las “artesanías” se difunden en ferias artesanales, el arte en salas de arte. La segregación por identidad cultural y modo de creación artística es una violación a los derechos culturales. No debe ser opcional que un negocio de arte determine qué artista y qué arte dará cabida en sus salas. Sugiero que, por Ley en el calendario de exposiciones de una sala de arte un porcentaje corresponda a la diversidad cultural. Entiendo que dinero público debe ser destinado para compensar el riesgo comercial de la galería. 

No es visible la censura al arte, porque muchos artistas saben que las salas de arte no dan cabida a un arte crítico. Se abstienen de imaginar propuestas, pues saben que no tienen cabida en las salas de arte. Esto es una forma de autocensura rutinaria. ¿La nueva ley debe normar sobre una actividad comercial convencional sin considerar las tensiones del contexto en que funcionan las salas de arte y cómo condicionan la actividad artística profesional? 

La cotización de la obra de arte y los prestigios artísticos, se dan desde la inercia de décadas de ausencia de políticas públicas en cultura. El desmontaje y revisión de la historia del arte canónica (en proceso abierto en el mundo y la región) implica cuestionar los prestigios establecidos. Cuál es el valor de la obra de arte (qué ven los ciudadanos en una sala de arte y por qué) debería tener referentes legitimados desde una Academia (teoría e historia del arte) actualizada, y, también, por un Museo de Arte Contemporáneo público, además de ensayos y crítica de arte en publicaciones especializadas. 

Para que la cultura sea motor del desarrollo (Convención de la Diversidad, 2005) es necesario fortalecer las instituciones del arte. La nueva Ley debería identificar problemáticas y retos, con el correlato de políticas públicas complementarias.

Los plásticos y visuales no hemos sido capaces de articularnos es Asociación, por un lado, por lo heterogéneo de nuestras prácticas, por otro lado, porque nuestro tiempo está condicionado por la sobrevivencia y la escasez de oportunidades, además de nuestro individualismo, pues una de las maneras de sobresalir como artista es diferenciarse del resto (la raíz romántica que se reproduce por el canon artístico que se aprende desde escuela de arte). Así un tema es el perfil de artista egresado de escuelas de arte. Es visible que el mercado de arte ahora es global. El reto para el artista es conocer cuál es la dinámica del arte contemporáneo en la región, no solo en el país. El arte actual es en su mayoría no objetual. Esto es una tensión adicional para las nuevas generaciones de artistas, pues la venta de este tipo de arte es mucho más compleja. Resumiendo: la nueva Ley debiera de considerar que el mercado de arte es global y que las prácticas artísticas, para ser competitivas, requieren de capacitación en la dinámica actual del arte de la región, y, también, que la venta de la obra de arte se da a través de galerías internacionales conectadas al calendario de Ferias de Arte en diversas partes de la región y el mundo. Sin olvidar que existe una tradición de arte crítico que busca generar vínculos entre el artista y su comunidad, más allá de mirar el mercado de arte.

El año pasado postulé a los Apoyos Económicos Covid 19. Demostré cómo la pandemia había cancelado mi calendario de participación en Ferias de Arte y exposiciones. Venía desarrollando la creación de diseños digitales, era la etapa de proceso creativo del cual debía en algún momento llegar a tener variedad de diseños para de ahí seleccionar cuáles tenían la gráfica adecuada (estilo y formas) para llevar a arte aplicado. Era mi proceso para retomar lo que produje en los 90s: estampado textil (sobre todo para polos), muebles, rompecabezas, lámparas y bisutería (aretes). El dinero que solicité era para poder llevar los diseños digitales a pruebas de artista, pues no es lo mismo lo que se ve en la pantalla del monitor que lo que se aprecia en detalle cuando el diseño se imprime. Esto lo expliqué entre otros argumentos como la utilidad de las pruebas de artista como insumo de portafolio, requisito para buscar financiamiento para la producción en serie de productos de arte aplicado. Mi postulación a los Apoyos fue rechazada porque no tenía “Plan de amortiguamiento”. Con la emergencia sanitaria no solo sufrí el impacto de la cancelación de las oportunidades de difusión y venta de mis obras (además, las exposiciones dan la oportunidad para dictar talleres) para financiar el proceso creativo de diseños, sino que, además, perdí días de tiempo en elaborar mi propuesta para postular a los apoyos. Sirva este relato de mi caso como ejemplo de la ineficiencia de las políticas de apoyos económicos y la ausencia de soporte (en mi caso, desde siempre) a la actividad de los creadores plásticos. El país difícilmente tendrá representatividad regional en artes plásticas o podrá generar propuestas de valor agregado a las materias primas desde el diseño, sino considera el tiempo del proceso creativo y sus requerimientos como “Plan de amortiguamiento”. ¿Puede la nueva Ley normar acerca de fuentes de financiamiento para proyectos de artistas? El Ministerio de Cultura debiera de determinar qué áreas desea impulsar y cómo, más allá de que sean los artistas los que respondan a las convocatorias para apoyos económicos.