- Qué implican entonces las nuevas nociones sobre la relación entre cultura y desarrollo para nuestro país?
- ¿Qué significan las diferentes y a veces divergentes aproximaciones a la interculturalidad?
- ¿Cómo pensar en políticas culturales que vayan más allá de una concepción de democratización cultural enfocada exclusivamente en el acceso y no tanto en el protagonismo de la sociedad civil para la construcción de políticas públicas en cultura?
- ¿Si la cultura pierde su centro, qué implica esto para las ideas establecidas sobre “nación”, “arte” o “sociedad”?
"No cabe una verdadera independencia sin una descolonización cultural"
¿En qué medida la existencia tolerada del personaje Paisana Jacinta o la indiferencia ante la destrucción de las huacas tiene que ver con nuestra independencia cultural pendiente?
Citas:
“La “formación de la nación” ha sido un objetivo crucial del siglo XX, y la mayor parte de los estados han intentado crear naciones culturalmente homogéneas con identidades singulares”. Informe PNUD 2004.
“Los ciudadanos que formaban la nación que se fundaba eran los criollos y los mestizos. Una minoría se sintió la encarnación de la nación, con el derecho de excluir a los negros esclavos y los indios, sobre los cuales debía ejercerse una tutela protectora”, Nelson Manrique.
La República peruana se construyó sobre un conjunto de exclusiones, económicas, sociales y culturales porque la meta del Estado Nación es (¿seguirá siendo?) conformar un pueblo homogéneo con un territorio, lengua, sistema de educación y leyes comunes, lo cual implicó la colonización interna: acabar con la diversidad “civilizando” a los indígenas.
Eliminar la diferencia a través del “desarrollo”. El desarrollo, copia del estilo de vida occidental, se consideraba el mecanismo a través del cual la diferencia debería ser eliminada; así, las tradiciones culturales originarias serian creencias y cosas antiguas que obstaculizan el deseado “progreso y desarrollo”.
Existe una relación estrecha entre los prejuicios culturales y la herencia colonial, la negación de la humanidad del otro (el indígena), al que se considera biológicamente inferior por naturaleza; lo cual se manifiesta en el estereotipo “migrante andina a la ciudad igual a mujer sucia, ignorante y vulgar”, y, también, ver a la huaca Puruchuco (santuario donde reposan los restos de la defensa inca contra el invasor europeo) como “terral”.
La idea reduccionista de cultura, asociada a las artes y las letras, expresa el sistema de valores europeo, base del modelo del Estado Nación monocultural y su meta de conformar un pueblo homogéneo. La noción amplia de cultura (Unesco, 2001) (1) surge en el contexto del proceso de descolonización cultural, como leemos en el Prólogo de Nuestra Diversidad Creativa (1996): “La constitución de las naciones había avivado en los pueblos la conciencia de que sus propios modos de vida constituían un valor, un derecho, una responsabilidad y una oportunidad. Esto había hecho que los pueblos cuestionaran el marco de referencia según el cual el sistema de valores occidental era el único que engendraba normas supuestamente universales y reclamaran el derecho a forjar versiones diferentes de la modernización”. Este acto de independencia cultural significó la “extensión de la noción de cultura más allá de las bellas artes y del patrimonio cultural, para abarcar una visión más amplia del mundo, de las creencias, las tradiciones y especialmente del sistema de valores, inaugurando así la concepción del patrimonio cultural inmaterial” (2)
El PLURALISMO CULTURAL implica reconocer que no existen culturas superiores o inferiores (3) y, además, reconocer, respetar y valorar a las diferentes identidades en la dinámica de una sociedad democrática. No cabe una verdadera independencia sin una descolonización cultural (4). Como tarea colectiva debemos concretar nuestra independencia cultural para hacer realidad los Principios del PLURALISMO CULTURAL, hacerlo abordando la tarea de desinstalar las creencias modernas eurocentristas, estando atentos a la política de la identidad: demandas relacionadas a la identidad cultural de quienes reclaman el reconocimiento, la valoración y la acogida por parte de la sociedad en su conjunto.
Me surge la duda de sí los peruanos queremos la independencia cultural, si nos interesa generar un punto de inflexión para superar el lastre de la herencia colonial.
(1)La cultura debe ser considerada como el conjunto de los rasgos distintivos: espirituales, materiales, intelectuales, afectivos, que caracterizan a una sociedad o a un grupo social, y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. (Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001)
(2) “(…) en 1975, la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en África, celebrada en Accra, amplió la extensión de la noción de cultura más allá de las bellas artes y del patrimonio cultural, para abarcar una visión más amplia del mundo, de las creencias, las tradiciones y especialmente del sistema de valores, inaugurando así la concepción del patrimonio cultural inmaterial”, CULTURA Y DESARROLLO, OEI
(3)La Convención de la Diversidad (2005) contiene el Principio de igual dignidad y respeto de todas las culturas: La protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales presuponen el reconocimiento de la igual dignidad de todas las culturas y el respeto de ellas, comprendidas las culturas de las personas pertenecientes a minorías y las de los pueblos autóctonos.
(4) “La afirmación de la identidad cultural es un arma de combate al servicio de la independencia efectiva (…). No cabe una verdadera independencia sin una descolonización cultural”. Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en África, Acra, 27 de octubre – 6 de noviembre de 1975.
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